Un nuevo estudio pone en tela de juicio la creencia tradicional de cómo las capas de hielo influyen en la circulación oceánica durante los períodos glaciales. La distribución de la luz solar, y no el tamaño de las capas de hielo de América del Norte, ha sido la clave en los cambios de las aguas profundas del Atlántico Norte durante los últimos cuatro ciclos glaciales, según este estudio.
Científicos de la Universidad de Bristol y la Universidad de Leeds afirman que sólo los cambios en la cantidad del dióxido de carbono presente en la atmósfera, son capaces de explicar la transición que desde hace tres millones de años ha sufrido Groenlandia al ser una región libre de hielo y ahora estar cubierta de densas capas.